La crisis en Barcelona explotó este miércoles. Tras la decisión del plantel de no presentarse a los entrenamientos por deudas salariales, el presidente del club, Antonio Álvarez, emitió declaraciones contundentes que revelan la profunda fractura interna de la institución torera.
Álvarez no se limitó a criticar la postura de los futbolistas. En sus palabras, el club “está enquistado de malos elementos” y anticipó que en 2026 se llevará a cabo una depuración significativa, con al menos diez jugadores fuera del equipo como parte de una reestructuración interna.
El mandatario responsabilizó directamente a siete futbolistas por la paralización de las prácticas y los calificó como elementos nocivos, mencionando comportamientos que incluyen fiestas y consumo excesivo de alcohol.
Según Álvarez, estas actitudes no solo afectan el rendimiento deportivo, sino que también deterioran la convivencia y la disciplina dentro del club.
De cara a la próxima temporada, el presidente fue claro: quienes permanezcan en el plantel recibirán sus pagos habituales, mientras que los jugadores que abandonen la institución deberán gestionar sus liquidaciones a través de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
Estas declaraciones marcan un punto de tensión máxima en Barcelona, dejando en evidencia que la crisis no se limita a un problema económico, sino que también refleja un desgaste institucional que podría impactar en la planificación deportiva y administrativa del club.